TIPO DE COMIDA: De autor
PRECIO: 40-50€/persona
DIRECCIÓN: Avenida del General Perón, 10. 28020. Madrid
TELÉFONO: 915 799 539
¡Vamos a celebrarlo! ¿El qué? Pues es lo de menos. Que tu equipo ha ganado algo. Que no ha descendido. Que tienes entradas para el concierto de tu vida. Que te has cambiado de trabajo. Que es tu cumpleaños. Que tienes la suerte de vivir otro día. Que te cas… Bueno, no nos calentemos. Pero celebra cualquier cosa. Pon cualquier excusa. Porque sea la que sea, será buena para invertir unos euros en Viavélez.
¿Y por qué a Viavélez tienes que ir? Según vayas leyendo podrás ir encontrando muchos motivos, pero vamos a reducirlo a uno: Paco Ron. Este cocinero madrileño se fue al pueblo asturiano de Viavélez (anda, ya vamos atando cabos) y abrió una taberna allí que, unos años después, recibió una estrella Michelin. En 2008 abrió en Madrid. Y aquí estamos dispuestos a probar una comida “sabrosa y sencilla” con, por descontado, influencia asturiana. De hecho, los domingos se puede disfrutar de un menú asturiano donde no faltan la fabada ni el cachopo.
Uno de los grandes encantos de Viavélez es su barra. Da igual que vayas a mediodía o por la noche, siempre tiene gente, y es que es un planazo. Más económico que el restaurante y con la misma calidad. Si cambias la silla por el taburete tampoco te equivocarás.
Pero nosotros vamos a celebrar, así que nos vamos abajo, escaleras mediante, a cenar sentados. Ten en cuenta que, al bajar perdemos la luz natural que ilumina la parte de arriba. Pero hemos venido a comer, no a ponernos morenos. Es un espacio recogido, así que reserva antes si puedes.
Nada más sentarnos, empieza a sumar en positivo. Me declaro seguidor absoluto de los sitios en los que tienes una buena botella de aceite de oliva virgen en la mesa esperándote. Y aquí teníamos una de arbequina con unas escamas de sal al lado clamando compañía.
Para completar el saludo de Viavélez, nos trajeron un aperitivo de bacalao ahumado con tomate. Sencillo pero sabroso y de muy buena calidad. Esto sí que es un buen comienzo y no “En un lugar de la Mancha…” Dos grandes detallazos.
Nos quedamos solos. Hora de tomar nuestras propias decisiones. Optamos por dos entrantes. El primero, una burrata con anchoas y tomate. Seguimos la estela del aperitivo propuesto, que parecía de confianza. Y acertamos. Buenísimo. Muy bien aliñado. Las anchoas perfectas, nada saladas y sin las molestas espinas que te hacen quedar mal cuando intentas quitártelas de la lengua. El queso cremoso, se deshace en la boca. Y el tomate muy dulce, y además, pelado. ¿Qué más se puede pedir?
Pues se puede pedir el siguiente entrante. Que para nosotros fue un pulpo con patatas a la vinagreta. La vinagreta estaba muy suave y llevaba la patata incorporada, novedosamente, en trozos pequeños. A pesar de eso, no es como un puré. Estaban bien cocidos, y se sienten ligeramente al masticar. El pulpo también estaba bien cocido pero, eso sí, pierde sabor mezclado con la vinagreta. Aunque no tanto como cabría esperar por la suavidad de la misma.
Una vez completado el picoteo previo llega la hora de los platos principales. Vamos a empezar por unos chipirones encebollados con alioli ligero. Los chipis llegan rebozados, con la salsa de cebolla y el alioli por encima y un chorreón de tinta. La salsa está trabadita y todo trabaja como tiene que hacerlo.
También visitan nuestra mesa unos boquerones fritos con tomate, pepino y mostaza. Todos estos sabores, que aparentemente son fuertes, llegan en una salsa para acompañar al pescado. Como las apariencias engañan, no lo estaban. Y, de hecho, le daba mucha frescura a la fritura, que suelen ser pesadas. Pero ésta resultaba ligera. Sin matar el sabor. Aunque el boquerón es un pescado con un sabor fuerte también, combinaban a la perfección.
Para acabar los platos principales, elegimos una presa ibérica asada con berenjena y ajo miel. A mí me suele gustar pedir las cosas que me llaman la atención. Y siempre estoy acostumbrado a que la presa se suele hacer a la plancha. Y el resultado de asarla sorprende. Por supuesto, no pierde nada de la jugosidad que va asociada a esta parte del cerdo. A lo que ayuda un buen punto de la carne. Destaca un continuo sabor ahumado. Las salsas que lo acompañaban eran muy suaves y casaban perfectamente.
Pensábamos que las sorpresas de Viavélez se habían acabado cuando pedimos. Pero errábamos. Antes de que llegaran los postres que habíamos pedido, nos trajeron, iniciativa de la casa mediante, unos vasitos de piña colada. Con bastante esencia de coco, además tenían unos trozos de piña al fondo y una gelatina de caramelo arriba. Les gusta sumar puntos extra, y a nosotros dárselos.
Además, por nuestra cuenta y riesgo (minimizado) pedimos un queso Las Garmillas con membrillo. Lo acompañaba un pan muy crujiente por fuera y sorprendentemente blando por fuera. Con un saborcito a tostado muy bueno. Respecto al queso Las Garmillas, es una mezcla entre uno tierno, tipo Burgos, y uno gallego, tipo de Arzúa. Más sabor que el primero y menos que el segundo.
Por supuesto, también probamos el postre asturiano por excelencia: el arroz con leche. Cremoso. Tanto que decimos que es arroz porque nos fiamos de la carta, ya que no se notan los granos, sólo la crema. Con un toque de limón y un crujiente de caramelo por encima.
Por último optamos por una manzana helada, su mousse y torrija de sidra. Podemos decir que era una especie de texturas de manzana. La manzana es la estrella de Asturias. Entre otras cosas, tenemos que agradecerle la sidra (Reverencia). Así que nada mejor que tomarla de tres formas diferentes es un mismo plato. La torrija bien, aunque puede que fuera lo más flojo de los tres. Quizá un pelín áspera, pero buena. La manzana la encontramos en la sidra, que baña la torrija. Y se nota. El granizado resultaba una muy curiosa mezcla de colores y texturas. Muy suave, sin grumos. Sin duda, con su verde chillón es lo que más llama la atención. Por último, la mousse. Quizá lo más rico para mí. Encierra todo el sabor de la manzana con la textura de la mousse. La esencia de la manzana.
Aquí terminamos nuestra experiencia. Un sitio donde se cocina muy bien y donde puedes elegir un picoteo informal en la barra de arriba o una cena espléndida en la parte de abajo. En cualquier caso, no titubees porque