
TIPO DE COMIDA: Brasileña / Rodizio
PRECIO: 20-30 €/persona
DIRECCIÓN: Calle de San Bernardo, 85. 28015. Madrid
TELÉFONO: 910 56 48 95
HORARIO:Abre todos los días
Para qué engañarnos, Brasil está lejos. Y es imposible reproducirlo en otro lado, pero una buena alternativa es Los Espetinhos, una churrasquería – coctelería en plena Malasaña que te hará salir con acento portugués en la boca y un gran regusto en el paladar.
Pero antes de salir, tienes que entrar. Y no es algo que cueste porque esté en un local bastante chulo y luminoso. Tiene dos pisos, el de arriba con vistas a la calle y a las brasas donde las carnes dan vueltas y vueltas hasta estar listas y el de abajo, más recogido.
Lo normal cuando vas a Los Espetinhos es ir con hambre. Tienes la opción de comer hasta que no puedas más, aprovéchalo. Pero eso no quita para que puedas pedir un menú más comedido como el del día o el de espetinhos; o simplemente vayas al clásico y optes por moderarte. Incluso hay un menú de pescado si prefieres tomar bacalao o lubina.
En nuestro caso, pedimos el rodizio, como no podía ser menos, y uno de espetinhos. En los dos hay que pedir un entrante. La diferencia viene en que en el rodizio nos van pasando diferentes tipos de carne hasta que queramos y, en el otro tenemos que elegir dos tipos de espetinhos (brochetas).
Nuestros espetinhos fueron de langostinos braseados con ajomojo y hamburguesitas de ternera gallega con cebolla caramelizada, salsa ligeramente picante y queso. Todo lo que está hecho a la brasa siempre tiene una gracia especial, y estaban buenos, pero hemos venido a por lo típico, la samba de Los Espetinhos, el Rodizio.
Pasito a pasito, antes de que empiece la vorágine de carne, vamos con los entrantes. De la suculenta lista, nos decidimos por:
Coxinha de frango. Siempre hay que probar lo típico de los restaurantes y, la coxinha lo es de Los Espetinhos. Se trata de unas croquetas brasileñas de pollo y queso fresco. Tienen forma piramidal (un rebozado contundente las sostiene) y un sabor suave. Están buenas, aunque no supondrá una revolución en tu mundo.
Huevo roto con mi cuit y ralladura de trufa. Es como una peli de Disney, apostamos sobre seguro porque es una combinación que siempre gana. Y más cuando está bien hecha, como en este caso. Pan y a rebañar lo que quede. Nada más que añadir.
¡Al lío! Llega el momento de que comience el rodizio propiamente dicho. Coge el semáforo que tienen todas las mesas y cambia ese rojo negativo por el verde esperanza. A partir de ese instante irán pasando por tu mesa una serie bastante amplia de diferentes tipos de carnes. Sólo con que pruebes todas ya te irás bastante satisfecho, pero si quieres más, recuerda los nombres y pide que te corten un poco más de la que más te haya gustado. También puedes pedir patatas y verduras para acompañar toda la carne.
Como en un gran premio de Fórmula 1, en cuanto se ha puesto verde el semáforo, ha empezado a salir carne ensartada portada por un camarero con un gran cuchillo dispuesto a que no pasemos ni una pizca de hambre. Esto es todo lo que fue pasando por nuestra mesa (Y reconocemos que algunos, más de una vez)
Morcilla de cebolla y chorizo. Los reyes de la brasa no podían faltar en esta ocasión. Y no son la familia real de las barbacoas por capricho, sino porque le sientan muy bien, así que un clásico para ir abriendo boca.
La primera carne que llega es una cadera de vaca, y fue de lo que más nos gustó. Textura y sabor intermedios, pero un gran resultado.
A continuación aparece el contramuslo de pollo especiado. Otra de las atracciones. Tiene un sabor que recuerda ligeramente al de un kebab (de pollo, claro) pero sin mancharte, verduras ni salsas.
Turno para la estrella, la picanha. Es un medallón rodeado por grasa. Se trata de una carne muy jugosa y, para nosotros, lo más rico que te van a poner. Muy recomendable.
Después desfilan unos muslitos de pollo, lomo de cerdo (un poco seco, pide un poco de salsa chimichurri para darle una guasa), corazones de pollo (deja la mente y los ojos en blanco y céntrate en el sabor, te sorprenderá) entraña al ajillo (con un aliño de la carne bastante contundente y peculiar, curioso) y, por último, un rabillo de ternera, o maminha (una carne un poco más fibrosa que las anteriores)
Ahora, ya sólo queda ver quién gana la batalla entre tus ganas de seguir pidiendo que te corten carne y la lucha con el botón del pantalón para darle la vuelta al semáforo y que el rojo traiga consigo el fin del festival carnívoro.
Aún nos queda el postre. En esta ocasión, vamos a por un clásico español, que no todo va a ser brasileño: las torrijas. Las clásicas, las de leche con su toque de canela (las hay de más tipos).Y fue todo un acierto porque estaban realmente buenas.
Pero no nos vamos a ir todavía, que estamos muy a gusto. Antes hemos dicho que era una churrasquería – coctelería, así que habrá que probar los cócteles, y, ¿qué mejor representante que una caipirinha? No se nos ocurre otra manera para rematar esta visita. Bueno, también se puede tomar una al llegar, durante la cena, ir sólo a la barra a por ella… Como quieras, pero lo que está claro es que…