
TIPO DE COMIDA: De mercado
PRECIO: 20-30 €/persona
DIRECCIÓN: Calle Cava Baja, 16, 28005 Madrid
TELÉFONO: 911 19 14 24
HORARIO:Abierto todos los días
Mucho encanto nos recibe en esta jabonería reconvertida en restaurante en pleno Barrio de La Latina madrileño. El restaurante forma parte de la histórica Posada del Dragón, una corrala del siglo XIX que era parada obligada de viajeros a La Latina.
Todo en La Antoñita nos cuenta esa historia: desde el suelo acristalado que deja ver los restos de la muralla cristiana que rodeaba Madrid en el siglo XII, hasta el precioso pilón de piedra donde se fabricaba el jabón, ahora reconvertido en lavabo.Si el tiempo lo permite, recomendamos sentarse en el patio interior al que da la corrala. Allí nos sentó Nacho, el encargado, en un estrecho patio empedrado con vistas a la galería de balcones.
Entre manteles de cuadros y rejas de las que colgaban macetas con geranios, esperábamos ver salir en cualquier momento a Sara Montiel cantando “La Violetera”. En su lugar salió Pedro Olocco, chef de La Antoñita, con la promesa de sorprendernos.
Y vaya si lo hizo. La Antoñita ofrece cocina de mercado reinterpretada; apostando por lo local y utilizando materia prima de los mercados madrileños, sus platos recuerdan a la cocina de toda la vida con una vuelta de tuerca en originalidad.Comenzamos con unas croquetas de mejillón tigre que recordaban a las de casa, y la colección de tomates marinados en aceite de oliva virgen extra – kumato, raf, tomate verde y tomates cherry rojo y amarillo. Tomates que sabían a tomate, con un toque de mermelada de higo.
El plato estrella de la casa es el crujiente de rabo de toro con parmentier de patata: insuperable. Viene presentado en forma de rollito, envuelto el rabo de toro (tiernísimo) en una fina lámina de pasta.Otro clásico recomendado por el chef es el canelón de pato Pekín estilo “pan fried”: 4 finos canelones rellenos de carne de pato con puerro y champiñón laminado.
Deliciosos ambos, pero nuestros favoritos fueron los platos de sabor marinero: Suave y original el Txangurro, tierna carne de centollo con hebras de azafrán, acompañado de pequeños higos dulces y mahonesa de perejil de sabor intenso.Intensos y picantitos pero no demasiado los gambones al ajillo, cocidos en baja temperatura (máximo 40 grados) con guindilla y ajo frito. Los gambones vienen acompañados de pan chino, que aporta un contraste dulce.
Para terminar, no pudimos resistirnos a pedir el postre más emblemático de la casa: el Jabón La Antoñita, una bavarois (mousse helada) de chocolate blanco con aroma de violeta, rodeado de una espuma elaborada a base de ralladura de lima y limón. ¡Además de original, está buenísimo!
Finalizamos nuestra deliciosa cena castiza con el Cóctel Antoñita, un digestivo a base de un clásico madrileño: vermú Yzaguirre, soda y hierbabuena con naranja amarga. Con mucho hielo picado.
¿Qué más se puede pedir? No sólo lo recomendamos, sino que repetiremos: